lunes, 30 de noviembre de 2009

Un muffin con chips de chocolate

- Acceder a esa zona en mi cabeza es algo difícil. Para hacerlo tengo que estar preparado, pues es ahí donde reside la nómina de mis frustraciones, y uno no quiere andar revolviendo el pasado así por que sí.
Para adentrarse, uno debe hacerse de todo el coraje posible y esto es complicado, más si es domingo por la tarde y está lloviendo.
La travesía consiste en abordar lo más rápido posible el barco y hacer un viaje corto y preciso. Un viaje relámpago. Sin detenerse a pensar demasiado en nada, ni a preguntarse porqué.
- Pero ¿por qué?
- Porque no tengo ganas de pasarla mal.
- Entonces, ¿por qué vas a indagar en ese rincón si no queres pasarla mal?
- Ah, porque tengo que hacerlo. Tengo que replantarme ciertas cosas y no puedo seguir pateando el problema para más adelante.
- ¿Y tiene que ser justo hoy?
- No, pero si no es hoy ¿cuándo?
- No sé, mañana por ejemplo.
- Ah, mañana, ¿cómo no se me ocurrió a mí? Salgo de trabajar y me quedo en un bar, ahí por plaza de mayo. Me siento solo en una mesa que dé a la calle, pido un cortado y me presto a adentrarme en un laberinto, leyendo el diario.
- Claro, eso me parece bien.
- Si, ¿y hoy qué hacemos?
- Llámala a Ana y vamos al Starbucks del Alto Palermo.
- Pero no me gustan los Shoppings y menos en domingo.
- Pero si te gusta el café de ahí.
- Si, mas o menos. En realidad, me gustan los muffins con chips de chocolate.
- Ok, llámala entonces.
- No. Estaba tratando de ser irónico, pero con vos no funciona, no te das cuenta de nada. Me voy a quedar en casa tratando de ponerle orden a mi cabeza.
- No te entiendo.
- No importa, a veces no se trata de entender.

/ Hoy es domingo y llueve. La verdad es que no quiero pensar demasiado en ella, pero me es inevitable. Todo el entorno me arrastra a recordarla. ¿Qué estará haciendo ahora? De seguro está contenta, aunque odie los domingos ama la lluvia, y la combinación de ambos debe jugarle a favor. /

/Ordenada toda la nómina de mis frustraciones, sumo una más: y es ella, que ahora pasa a engrosar la lista de fracasos. Son sus manos, sus labios, su voz, su aroma a jazmín y un cajón repleto con las cosas que olvidó llevarse. Todas ahí dentro tienen destino de baulera, doble candado y arrojar la llave en algún pozo ciego… ¿a quién engaño?, ¡cómo si con esto alcanzara! La realidad es que la extraño… y a veces mas de lo saludable.
A esto, si, a “esto” estoy de sentirme solo, ¿cuánto tiempo hace que no me siento así? /

¿Qué estará haciendo ahora? - Observo mi cama destendida y ahí la encuentro semidesnuda, mirando por entre sus parpados entornados ¡qué linda es! - “¿qué estará pensando?” – me pregunto.
Debe estar pensando en mí. Debe estar pensando – “¿qué hace ahí en la computadora un domingo lluvioso?, ¿por qué no viene, me abraza, me besa y dormimos juntos? El día es perfecto para pasar la tarde abrazados”-.
Y yo nada. Sigo haciendo como que no existe.
Me duele verla en todos lados.

Vuelvo a mirar la cama y ya no se encuentra ahí… se fue, quizá se aburrió de esperarme, quizá nunca estuvo y lo demás fue producto de una imaginación masoquista.
A esto, si, a “esto” estoy de sentirme solo.

Hoy quería ir al teatro, pero mi acompañante suspendió por lluvia, y me hizo un favor, porque a decir verdad, no quería ir con ella. Es una de esas que nunca engrosaran ninguna lista de fracasos.
/ ¡Cómo llueve! Se cae el cielo afuera, mientras observo a través del cristal los charcos rebalsándose. Quisiera correr a embarrarme en ellos, pero ya estoy grande para esas cosas. /

Será mejor que ya no me esconda, que salga a la calle a sentir el perfume de la tierra mojada.
Voy a llamar a Ana, voy a ir Starbucks a tomar café y a comer un muffin con chips de chocolate… y ya más tarde pensaré como arrancarte de mi vida.

martes, 10 de noviembre de 2009

Gritos atrincherados

Yo dibujé en un balcón a la golondrina, yo le pedí que se quedara…

Yo la llamé por su nombre y ella me reconoció, yo fui gorrión de sus tardes solitarias… y le pedí que se quedara, pero ella se marchó.
Yo regalé mis manos, las vendí, las até, las perdí, desde ese entonces ¿dónde están?… y murmuré su nombre y lo ahogué con mis dedos en una pecera de plata. Yo vaticiné que para el azar hay que tener suerte, y para ganar coraje… ¿qué es lo que me faltó?
Yo absorbí de la calle las mentiras, las reinventé y las entregué como la llave sagrada… yo te pedí que te quedaras… pero no hubo caso, con la primavera echaste a volar. Eras una golondrina de otoños.
Yo hice de la alquimia abuso para escaparle a la realidad y he perdido hasta mis huellas. Ahora me juzgan los cristales de mi pecho, ya no hay azules, todo es opaco… ¿acaso fuimos vencidos?, ¿acaso soy el derrotado? otra vez vuelvo a sentirme frágil, intercambiable.

-Y no sonrías, que para hacer de “malos” basta con el tiempo. ¡No sonrías te he dicho! No seas malcriada. ¡Basta, basta! No quiero escucharte más. ¡Que no entendés! estás jugando una carta demasiado peligrosa, estás jugando conmigo, no te rías… no te vayas.-

-Está bien, si, está bien… tú lo haz querido así, desde ahora somos enemigos. Pelearé por vos y contra vos… y contra todos. Bravos son los que nunca aflojan. Y esto: esto no será más que un duelo de maldecidos-.