domingo, 26 de julio de 2009

Resignación (Conversación entre un alma libre y una moral colectivista)

Un sábado como cualquier otro, o no tanto, puesto que eran las 10 de la mañana, Leo se despierta en su departamento de Barrio Norte y enciende su computadora. Aburrido, comienza a buscar en páginas de internet espacios destinados al arte y la literatura, hasta que se topa con uno de esos lugares a los que se le hace inevitable querer entrar. Entonces entra entusiasmado, y pasados 30 minutos desde su ingreso; y al tiempo de dejar un comentario debajo del texto publicado, ocurre la siguiente discusión:

Moral colectivista (comentario) - No he leído todo lo que has publicado, pero me ha gustado mucho leerte, al menos en parte. Seguiré leyendo mas tarde, pues ahora tengo que cumplir otros compromisos.
Alma - ¿Qué?, ¿Qué dices? Por que voy a seguir mas tarde, si me gusta lo que estoy haciendo ahora. Quiero seguir leyendo las publicaciones, pues son muy lindas; y me atrapan y me arrastran por un pasillo oscuro. El pasillo que va directo a la antesala de un alma como la mía quizá. Como la de ella también, que llevo meses hurgándola. Un alma nueva que se una a nosotros en nuestro camino de emancipación.
Moral – Pero quedaste que a las 11 ibas a verlo a Pepe y son las 10:40.
Alma – Al demonio con Pepe. Encima me tuve que levantar temprano. Mejor sigo leyendo.
Moral – No, no está bien lo que queres hacer. Vas a desilusionar a Pepe. Él te está esperando. Le prometiste acompañarlo a comprarse una guitarra.
Alma – Puede ir solo, está bastante grandecito. Lo llamo y cancelo. No le miento. Le digo que me cruce con el retazo de un alma abierta y que quiero hurgar sus senderos. Quiero caminarlos, hacerme tierra con ellos. De todos modos, no lo entenderá.
Moral – Pepe es un buen amigo. Solo te fallo dos veces.
Alma – Jaja (risa irónica). Si es un buen amigo lo comprenderá.
Moral – Vamos, no seas egoísta. En la vida hay que ser civilizado y sacrificarse por los demás. “…Todos para uno y uno para todos…”
Alma - ¿Y cuando voy a ser el “uno” en la historia? Siempre me toca ser el “para todos”.
Moral – No empieces con tus reproches. Ya estas grande, tenes 26 años.
Alma – Uy no, empezó la hora de la pavada. No me vengas con estupideces. Llevo 6 años resignando mi vida a la de mis amigos / novias de turno, sometiéndola a ellos, ¿Por que hoy no puedo hacer lo que quiero?, ¿que me lo impide?
Moral – Mmm. No saltes con cosas raras.
Alma – No te hagas la boluda y contéstame. Sabes bien que no estoy hablando cosas raras. No me hagas quedar como una estúpida. Ya no me trago esos versos.
Moral – Bueno, Pepe te espera y mientras discutís conmigo se pasa la hora.
Alma – Si, se pasa la hora; es cierto, y todavía no me has dejado continuar con la lectura. Necesito paz. Ándate a dormir, después hablamos.
Moral – ¡No! Vamos a ir a buscar a Pepe.
Alma – Al demonio con Pepe. Me tenes harta. Sos una mentirosa, obsecuente e insidiosa. Tu único propósito es hacerme sentir culpa para que vaya a ver al estúpido de Pepe, quién en su vida haría algún sacrificio por nadie. Que lo va a hacer, si es un idiota.
Moral – No hables así de tus amigos. Ves que sos una mala persona. Una egoísta, egocéntrica, individualista, carroñera. Yo no soy la que te hace sentir culpa. La culpa la sentís vos por tu propia consciencia negra.
Alma – ¡Oh Cuanta diferencia hay entre la consciencia y la moral! Son la misma porquería.
Moral – Vamos a buscar a Pepe y punto.
Alma –No, yo voy a seguir leyendo…

Ring – Ring (suena un timbre)

Leo – Hola Pepe, ¿como estas?
Pepe - ¿Qué haces Leo? Llegaste a horario, buenísimo. Espérame un rato que ya bajo y vamos a comprar mi guitarra.
Leo – Ok, apúrate que tengo frio.
Pepe – Uh hace frio, espera que busque alguna campera entonces.

Leo piensa:
“…Estamos en invierno, lo lógico es que este frío el viento. Encima lo tengo que esperar. No entiendo a veces por que todavía le hablo. ¿Será que temo quedarme sin amigos?, ¿Y si me voy? Ya estoy acá, ya vine, ahora hay que bancársela…”

Pepe piensa:
“… ¿Que campera me pongo?...” Es inútil, Pepe no piensa.

(Adentro de Leo):
Alma – Siempre te salís con la tuya. ¿Cuando van a cambiar las cosas? Ya no lo soporto más.
Moral – Vamos, Vamos, no seas tan trágica. El compañerismo es lo esencial, la camaradería. Todas las demás satisfacciones se tienen que sacrificar por él, que es el máximo nivel de belleza y bondad social. Ya se te va a pasar ese capricho individualista.
Alma – ¿Quién determino los parámetros de los que hablas con tanta seguridad? No me importa, ya no quiero discutir contigo. Encima hace frio, siento que la piel se hiela. Decididamente Pepe es un estúpido. Para que pidió que llegásemos a las 11 en punto, si no pensaba estar listo para salir.
Moral – Ya te dije que no debes hablar así de tus amigos.
Alma – Al diablo contigo y con todos.
Moral – Individualista empedernida. ¡Que equivocada estás!

La Moral colectivista masculla palabras, habla entre dientes:
“…Que egoísta es esta alma, se cree muy superior a los demás. Es una pobre ingenua. Y la muy tonta y altanera ahí anda por la vida manejándose con caprichitos y ocurrencias poco practicas. Menos mal que siempre me salgo con la mía. Siempre convenzo a Leo de hacer lo que yo dicto. Él es sumiso y obediente a mis dictados por suerte…”

El alma piensa silenciosa
“…Que frio, como me gustaría estar tomando chocolate caliente en casa, leyendo las publicaciones de esa chica que no conozco, pero que puede ser un alma sensible, un alma de las nuestras. Como me puse al comenzar a leer sus párrafos, me estremecí, vibré, corrí, reí y lloré. Podría decirse que era un alma satisfecha. Y me veo ahora, aunque no quiero mirarme, adentro de este cuerpo helado, tiritando, esperando a alguien que no me importa, a alguien que no merece siquiera que lo espere dos minutos; y ya llevo 15. ¿Hasta cuando seré capaz de soportar esto?, ¿Vas a despertar algún día? A vos te hablo Leo, no te haga el tonto, no es necesario. Se que aun podes oírme…”

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